Los ocupantes ilegales han empezando a pedir un “rescate” a cambio de dejar una propiedad, lo que ha llevado al surgimiento de empresas privadas de desalojo, algunas de las cuales se valen de amenazas para lograr su objetivo.

Michael Regan estaba en Londres durante los meses de aislamiento obligatorio por la pandemia del covid-19 cuando su teléfono sonó.

“¿Tienes invitados quedándose en tu casa?”, le preguntaban en un mensaje.

Era de un vecino de su casa de vacaciones en la localidad costera catalana de Sitges.

“Por supuesto, yo no tenía a nadie quedándose en casa, así que las alarmas se encendieron”, le dice Michael a la BBC.

Un amigo suyo español denunció a los intrusos ante la policía, que respondió diciendo que llevarían el caso a un juez.

En España, este es un procedimiento normal: la ley española permite a la policía sacar a los okupas, como se conoce a los ocupantes ilegales, si el propietario prueba que es su primera, segunda o incluso tercera o cuarta residencia, pero depende de cómo se interpreten las reglas.

“Eran extorsionistas profesionales. Así que en cierto modo me sentí aliviado, porque sabía que podíamos negociar”Michael Regan
Propietario en Sitges

En la terraza de Michael, un grupo de jóvenes estaba secando la ropa y jugando juegos de mesa, según supo Michael. Eso lo alivió, dice.

“No era una familia que realmente necesitara un lugar para vivir, eran extorsionistas profesionales. Así que en cierto modo me sentí aliviado, porque sabía que podíamos negociar”, recuerda.

¿Cuáles eran las opciones de Michael?

Podía esperar a que los tribunales tomaran una decisión, lo cual podía tardar hasta dos años. O podía hacerlo en privado.

“La gente me aconsejó contratar una empresa que se especializa en negociar con okupas para sacarlos”.

Así que contactó a FueraOkupas.

Esta empresa comenzó a trabajar hace tres años y ahora recibe 150 llamadas al día, dice su director, Jorge Fe. El 75% son sobre inquilinos que no pagan su alquiler y 25% sobre ocupantes ilegales.

Sus empleados son boxeadores y expertos en artes marciales, explica, hombres que no se dejan intimidar fácilmente por las personas a las que intentan desalojar.

Una vez que Michael acordó los términos, a una tarifa de 3.500 euros (cerca de US$4.100), la mitad pagada por adelantado, FueraOkupas visitó su propiedad en Sitges.

Entendieron que tenían que negociar, que hablábamos en serio y que queríamos recuperar la propiedad”Jorge Fe
Director de FueraOkupas

“Es normal que cuando llegamos los okupas intenten intimidarnos. Y no les fue bien. Nunca les va bien”, asegura Jorge Fe. “Así que tuvimos algo más que una conversación con ellos”.

Fe no aclaró si hubo violencia.

“Tratar con este tipo de personas es como un juego de niños para nosotros: tenemos campeones de lucha en nuestro equipo”, asevera.

Después de varias visitas de Jorge Fe y sus hombres, los okupas captaron el mensaje.

“Entendieron que tenían que negociar, que hablábamos en serio y que queríamos recuperar la propiedad. Nos pidieron dinero a cambio de irse y eso fue lo que se acordó en este caso”, expone.