Es la primera advertencia de sequía en 22 años para Nueva York debido a la escasez de lluvias. El alcalde Eric Adams anunció la medida el lunes, destacando la necesidad de conservar agua en la ciudad. Esta advertencia se produce en un contexto de condiciones áridas en el noreste de Estados Unidos, que han provocado incendios forestales en varias áreas, incluidos parques de la ciudad.
La principal acción tomada por la administración de Adams es la suspensión temporal de las reparaciones del acueducto de Delaware, una infraestructura clave que transporta la mitad del suministro de agua desde las montañas Catskill hasta la ciudad de Nueva York.
Este proyecto, que representa la mayor obra de infraestructura en la historia del Departamento de Protección Ambiental de Nueva York, tenía una inversión de 2.000 millones de dólares y estaba diseñado para evitar la pérdida diaria de 35 millones de galones de agua potable.
El Departamento de Protección Ambiental de la ciudad, que suministra agua potable a casi 10 millones de residentes, planea reiniciar el proyecto el próximo año, según el comunicado de la alcaldía. Mientras tanto, se han implementado medidas de ahorro de agua, como la suspensión del lavado de calles y vehículos por parte del Departamento de Limpieza, y la reducción del uso de agua en fuentes y campos de golf.
Adams enfatizó la importancia de que los neoyorquinos continúen ahorrando agua para asegurar el riego de parques y el llenado de piscinas el próximo verano. “Los neoyorquinos siempre nos cuidamos entre nosotros. Somos resilientes y juntos superaremos esto”, afirmó el alcalde.
En paralelo, la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, emitió una advertencia de sequía a nivel estatal, elevando a 15 los condados en estado de advertencia y solicitando a los residentes que conserven agua siempre que sea posible. La advertencia de sequía en la ciudad podría escalar a una emergencia si las condiciones secas persisten, lo que implicaría mayores restricciones en el uso del agua tanto para los residentes como para las agencias gubernamentales.
La última vez que Nueva York emitió una advertencia de sequía fue en enero de 2002. Desde entonces, la ciudad ha implementado diversas estrategias para gestionar su suministro de agua, pero la actual falta de precipitaciones ha obligado a tomar medidas más estrictas para asegurar el abastecimiento.