Con los repuntes de contagios de Covid-19 se da una situasion inesperada que da un tiempo para intentar tomar fuerza. Saber cómo llegaba la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) a la semana en la que se preveía una movilización contra el Gobierno es fundamental para vaticinar la fuerza de la protesta.

Los hechos muestran una cosa distinta al discurso. El anterior fin de semana, el presidente de la organización, Leonidas Iza, no logró que su candidato capte la presidencia de su organización base: el Movimiento Indígena y Campesino del Cotopaxi (MICC).

La elección fue tensa. Según los presentes hubo acusaciones de traición y cálculos políticos. Recién en la madrugada del domingo 9 de enero Iza tomó, sin mucho entusiasmo, juramento a Andrés Ayala. Las primeras palabras del nuevo presidente del MICC estuvieron dirigidas a la necesidad de primero “unir” al movimiento en franca alusión a lo acontecido, aunque luego ha ido matizando su discurso para alejarlo de la división interna.

Ya en la práctica, Ayala aseguró que apoya a la Conaie en todas las decisiones y acciones que tome en torno al fallido diálogo con el Gobierno del presidente Guillermo Lasso, pero con una aclaración: no está condicionado ni tiene apego hacia dirigentes, sino con su comunidad.

El presidente de la Ecuarunari, Carlos Sucuzhañay, a expresado que el día de esa elección se trataron otros puntos importantes como las acciones mismas ante la falta de respuesta de Lasso. “No se han dado diferencias internas”, aseguró el dirigente.

No es el único cisma del movimiento indígena. La ruptura Pachakutik-Conaie es inocultable. El grupo parlamentario de los “rebeldes” en la Asamblea, cercanos a Iza, no logran reunirse con el resto del bloque. “No solo ellos tienen su gente. Nosotros también”, dijo uno de los legisladores del movimiento que busca sancionar la Conaie y pidió no ser mencionado.

El analista político Arturo Moscoso añade un tercer factor al momento que vive la cúpula indígena en la semana anunciada para las movilizaciones: habla del desgaste que se viene aplicando a la figura de Iza desde el Gobierno.

“Es obvio que hay una división y con ese panorama el Gobierno apuesta por aislar más a Iza y su círculo al calificarlos como gente radical con la que no se puede negociar y abrirse a otros sectores sociales más moderados. La posibilidad de posponer las protestas por los contagios por la COVID-19 no les caería mal para intentar reorganizarse, aunque lo veo complicado”, señaló Moscoso.

Sin embargo, el Gobierno también estaría dejando pasar la oportunidad, pese a su retórica de intensificar las conversaciones este mes con grupos distintos a la Conaie.

Gary Espinosa, presidente de la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (Fenocin), reconoció que mantienen la apertura al diálogo pese a que desde septiembre no tienen una respuesta concreta de las autoridades. La paciencia se estaría acabando. Espinosa anunció que el 22 de enero se reunirán en Cayambe para analizar posibles acciones, aunque no coordinadas con las de la Conaie y el Frente Unitario de Trabajadores (FUT).

Aplazar es posibilidad latente

La Conaie prevé reunirse mañana para definir la estrategia luego de que el FUT anunciara la suspensión de las movilizaciones del miércoles. El incremento de contagios ha hecho que varios dirigentes propongan posponer la protesta, al menos, una semana y la tesis que gana fuerza es la de la segunda semana de febrero para volver a las calles.