Médicos ven cómo en sucesos y por bala perdida los niños son víctimas colaterales. La violencia que se vive en Guayaquil deja estadísticas que preocupan en las casas de salud.
En el Hospital Francisco de Icaza Santander, “todo niño que llega, con herida por arma de fuego, es un paciente crítico que debemos valorar”, señala su directora asistencial, Patricia Parrales.
“Yo vi a mi hija herida y me desesperé, me desmayé”
“Estábamos comiendo, cuando una bala perdida impactó a mi niña”, narra una madre a Teleamazonas.
Kitty, de 6 años, corrió desesperada gritando que le quemaba algo en la espalda.
“Yo fui detrás de ella y le vi el agujero en la tela de su blusa, al mirar bien, estaba bañadita en sangre. La bala entró por el techo de lámina de zinc”, dijo Viviana Carranza a Teleamazonas.
“Escuchamos un estruendo, cuando almorzábamos. Pensé que alguien había arrojado algo al techo. Gracias a Dios, conmigo estaban unos familiares y amigos cercanos, que me auxiliaron.
Yo, como madre, no sabía que hacer, se lo juro… me desesperé y me desmayé”, expresó la mujer.
A la menor la llevaron al Hospital Francisco de Icaza Bustamante, de Guayaquil, donde fue intervenida quirúrgicamente. Afortunadamente, la bala no le comprometió órganos.
Balas perdidas y bandas criminales
Esa bala perdida tuvo origen: los enfrentamientos entre bandas criminales que operan en las calles 23 y la N, del Suburbio de Guayaquil.
En esa zona vive Viviana con su pequeña. La infante debe guardar reposo en casa, hasta recuperarse totalmente.
Según el reporte del citado medio, ella es la más reciente víctima de balas perdidas de las 29 atendidas en lo que va de 2022 en el Hospital “Francisco de Icaza Bustamante”.
Solo en este mes de julio al hospital han ingresado 6 pacientes en esas condiciones, tras ser alcanzados, de manera indirecta, por estar cerca de eventos violentos.
Parrales notifica el incremento en la cifra de menores heridos por balas perdidas: “en el 2021 se atendieron a 21; este año, a la fecha actual, ya tenemos 29”.
