A futuro casi todos los automóviles se fabricarán así y no habrá que esperar al futuro para conocerlo. Con ese empeño entre ceja y ceja, Elon Musk ha cuidado cada detalle del coche Tesla y del microbús del futuro, bautizados Cybercab y Robovan, respectivamente, robotaxis que ayer presentó Elon Musk en los estudios de la Warner Bros en Burbank, Los Ángeles (California).
La cosa iba de cine, de película, con el magnate a bordo de uno de sus nuevos biplazas inteligentes de Tesla paseando alegre por las calles de un estudio de Hollywood. Se trataba del evento ‘We, Robot’, cuya expectación recordaba los lanzamientos de los iPhones de Apple.
En la presentación, seguida por streaming desde todos los rincones del mundo, Musk confirmó la existencia de 20 modelos Cybercab, flota que crecerá hasta sumar millones en los próximos años. La idea inicial consiste en que puedan circular por las carreteras de EEUU entre 2026, o quizá 2027 a más tardar, según estimaciones de su máximo responsable. En ese coche ‘full Self-Driving’ (FSD) (plenamente autoconducible), no hace falta conductores, de forma que todos los pasajeros podrían desentenderse de la carretera, jugar al póker, dormitar plácidamente, o practicar el deporte universal de entretenerse con el móvil sin levantar la mirada de la pantalla.
El dueño de Tesla está seguro de que la conducción será autónoma y se impondrá a la humana más pronto que tarde, con la inteligencia artificial al mando de un volante que no existe y en carreteras que no necesitarán acondicionarse como circuitos supersensorizados para que el prodigio funcione. Tampoco habrá necesidad de freno, ni acelerador ni mando para subir o bajar las ventanas. Pides lo que quieras y la máquina te obedece. O ni eso, porque serán los propios algoritmos los que decidirán qué hacer o no cada décima de segundo en movimiento. Con esas premisas, Musk advierte implícitamente que la industria automovilística y tecnológica serán la misma cosa.
El vehículo pretende costar 30.000 dólares, unos 27.500 euros al cambio, para que pueda estar al alcance de casi todos los bolsillos holgados. Además, su consumo y mantenimiento será inferior al coste del transporte público en EEUU, en el entorno de los 20 centavos de dólar por milla (18 céntimos de euros). Con ese coste operativo, la industria petrolera tiene motivos para pensar que el coche autónomo podría asaltar las carreteras del mundo, sin barreras tecnológicas, aunque sí -y muchas- de tipo regulatorio.
No se sabe lo que va a costar producirlo, en qué sitio de Estados Unidos se situarán las factorías ni las previsiones de negocio previstas. Ya habrá tiempo para esas minucias, debió pensar Musk, tras reducir el 10% de la plantilla responsable de la producción de sus coches eléctricos Tesla. Lo que sí avanzó es que los Cybercab serán rentables desde la primera hora gracias a la magia de la economía colaborativa. Como ya hacen los anfitriones de Airbnb, los propietarios de estos coches inteligentes podrán alquilarlos a terceros a través de una aplicación específica de Tesla, donde la compañía hará suyo entre el 25 y el 30% de los ingresos por trayecto.
Respecto al Tesla Robovan habrá que esperar más novedades en próximas presentaciones, ya que no han trascendido plazos ni precios, aunque sí que puede llevar hasta 20 pasajeros y que estaría en condiciones de ejercer para el transporte de mercancías.