No sorprende saber que el romanticismo se convirtió en otra bandera del comunismo chino. En ese país podría imaginarse a su líder Xi Jinping como Cupido lanzando panfletos de propaganda izquierdista en lugar de flechas, a propósito del Día de San Valentín que se celebra cada 14 de febrero. En sus redes caerían decenas de incautos ilusionados con encontrar el amor. No es chiste ni especulación. Se trata de un programa del régimen de Pekín para incrementar los nacimientos.

Desde hace unos años, el Partido Comunista de China (PCCh) empareja a solteros y sirve de casamentero. Por supuesto no es un simple favor a sus ciudadanos para promover el amor. El régimen de Xi Jinping necesita hacerlo porque las tasas de natalidad están en mínimos históricos y la población en edad laboral está envejeciendo, lo cual amenaza los planes de China de consolidarse como superpotencia mundial y sus ansias de expansión.

Si bien el gigante asiático no celebra el 14 de febrero, sí tiene su propio San Valentín, basado en una leyenda local que este año se conmemora el 5 de agosto. Incluye regalos y citas al igual que la celebración occidental tildada como una «costumbre capitalista» promotora de la pertenencia sobre otro ser humano, aduciendo al concepto de propiedad privada. Otro desvarío más dentro del manual marxista.

Pero esto a Xi Jinping no lo detiene. Sus objetivos de dominación trascienden ideologías. La orden es que la liga juvenil del PCCh organice eventos y presentaciones sociales. Como por ejemplo, una actividad con más de 100 solteros que se llevó a cabo en Jinan, en la provincia oriental de Shandong. En un parque de la ciudad se colgaron entre los árboles perfiles escritos de invitados que detallaban edades, áreas de trabajo e ingresos, indicó un reporte citado por South China Morning Post.

Sin embargo, a veces no es necesario acudir en persona. El régimen ha creado su propia plataforma. Una apología a las numerosas aplicaciones de citas de occidente como Tinder, donde las personas pueden coincidir en un «match» y comenzar a conocerse. Otro punto a favor del capitalismo que tanto sataniza la izquierda y que ahora China utiliza como herramienta para infiltrarse en las preferencias del público joven.

Un problema generacional

Ya se ha dicho cómo el modelo político de Xi Jinping se viene alejando de sus raíces, impulsado por la conveniente voluntad capitalista de prosperidad material. El amor también entra en este plan, ya que se convirtió en el medio para alcanzar el objetivo.

La política del hijo único impuesta desde 1979 hasta 2015 y el aborto selectivo por sexo dejaron secuelas, como que ahora hay más hombres que mujeres y por eso hay menos matrimonios. Desde que se derogó dicha medida, el Estado chino puso en marcha campañas para promover los embarazos, apostando a un supuesto beneficio del país.

Por eso el amor se convirtió en otra bandera de la cual decidió apropiarse aparato comunista chino. Es como si el propio Xi Jinping ahora buscara parecerse al mártir del cristianismo, San Valentín, aquel sacerdote canonizado en el siglo V, luego de que este concediera el sacramento del matrimonio a pesar de la prohibición del emperador romano Claudio II.