Primero, renunció el ministro de Defensa, Luis Hernández. Un día después, Juan Carlos Bermeo abandona la cartera de Energía. Con estas aún tibias, llega la dimisión “irrevocable” de Bernarda Ordóñez como titular de la Secretaría de Derechos Humanos por diferencias con el Gobierno, seguida de la de Pedro Álava como ministro de Agricultura. El primer sacudón a casi un año. El gabinete del presidente Guillermo Lasso experimentó, en 48 horas, cuatro bajas. Cuando ya todo estaba consumado, recién reacciona el Gobierno Nacional para decir que las renuncias fueron a pedido del presidente.

Renunciaron o los renunciaron, es lo de menos, para la analista Mónica Banegas no es coincidencia que este hilo de dimisiones llegue una semana después de que el ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, se reuniera con las bancadas legislativas en busca de un acuerdo. Tras esa cita, subraya, también se concreta en la Asamblea la comisión pluripartidista que evaluará la gestión de la presidenta de la Asamblea Nacional, Guadalupe Llori, sin los votos del oficialismo. “Es evidente que se están poniendo de manifiesto los acuerdos a los que llegó el ministro Jiménez, con las distintas bancadas… No me extrañaría que personas cercanas a Rafael Correa, a la Izquierda Democrática, el Partido Social Cristiano y cierta línea de Pachakutik estén considerándose para asumir ciertos ministerios”.

El analista político Giuseppe Cabrera se va un poco más atrás. Específicamente a la no tan lejana renuncia de la ahora exministra de Gobierno, Alexandra Vela, y la división de la misma cartera en dos líneas, una política y otra de seguridad, para concluir que esta es sin duda una crisis de gabinete.

Este concepto no es nuevo. Lo experimentaron los expresidentes Rafael Correa y Lenín Moreno. Algunos inducidos, otros no. En este caso, a criterio de Cabrera, es un cisma que se avecinaba y que se seguirá dando. “Lamentablemente en nuestro país, la forma de hacer política hace que los ministros no tengan un capital político propio y también por la falta de un proyecto político consolidado. El presidente está tomando retazos de Moreno para constituir a su área de seguridad”.

Héctor Yépez, director de la Escuela de Gobierno de la Universidad Espíritu Santo, discrepa con Banegas y Cabrera. A su criterio esto no necesariamente llega al punto de ser una crisis de gabinete es, más bien, una oportunidad para “ajustar tuercas” en el Gobierno. “Si hay personas que no están alineadas a la visión del presidente lo lógico es que salgan de sus cargos. Y el que responde a la ciudadanía es el presidente y no un ministro o una secretaria de Estado”.