Este monstruo concentra una masa equivalente a cuatro millones de estrellas como el Sol y está a unos 26.000 años luz de nuestro planeta. Su enorme fuerza de gravedad es probablemente esencial para que a su alrededor puedan existir miles de millones de estrellas y planetas, incluido nuestro Sistema Solar.

Una red de telescopios repartida por toda la Tierra ha compuesto la primera imagen de Sagitario A*, el agujero negro supermasivo en el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea.

“Lo que vemos es una representación del aspecto que tiene un agujero negro”, explica José Luis Gómez, investigador que lidera la participación en el EHT del Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC). En el centro está el llamado horizonte de sucesos, el punto de no retorno más allá del cual todo queda absorbido por el agujero, incluida la luz. Por eso esta región es totalmente negra —se le llama la sombra del agujero—. En torno a ella el material luminoso es gas que aún no ha sido engullido y que da vueltas al centro del agujero a casi la velocidad de la luz y alcanza temperaturas de millones de grados.

Este agujero negro tiene un diámetro de 44 millones de kilómetros. El gas se mueve tan rápido alrededor que da una vuelta en pocos minutos. Esto genera unas enormes fluctuaciones de luz que han hecho que reconstruir su imagen completa haya llevado años de análisis y calibración de más de 10.000 millones de observaciones, ha explicado Gómez. “Ha sido como sacarle una foto a un niño corriendo de noche”. La imagen original es en blanco y negro, el color es ficticio para aumentar la belleza de la composición, detalla Gómez.

En el hallazgo han participado más de 300 científicos agrupados en torno al Telescopio Horizonte de Sucesos (EHT, por sus siglas en inglés). Se trata de un consorcio de ocho observatorios situados en EE UU, México, Chile, la Antártida y España, que participa con el telescopio de 30 metros del Pico Veleta en Sierra Nevada (Granada). Todas estas antenas se sincronizaron con relojes atómicos para observar el agujero negro en el mismo instante en varias ocasiones a lo largo de 2017. El EHT está especializado en captar el tipo de radiación que emite Sagitario A*: microondas de 1,3 milímetros invisibles para cualquier humano. La imagen resultante muestra el agujero negro y su anillo tal y como eran hace 26.000 años; el tiempo que sus emisiones han tardado en llegar hasta la Tierra desde el centro galáctico viajando a la velocidad de la luz. La imagen se ha presentado hoy en varias ruedas de prensa simultáneas y analizada en seis estudios científicos en la revista especializada Antrophysical Journal.

El nombre de Sagitario A* —leído Sagitario A estrella— se debe al astrónomo Robert Brown, que descubrió una potente fuente de luz en esa constelación en 1974. Nadie sabía qué era, pero se trataba de un hallazgo “excitante”, de ahí el asterisco, que en física cuántica indica que un átomo está en estado excitado, como explicó el propio Brown. El estudio de la trayectoria de estrellas que pasaban cerca del centro galáctico y su comparación con la teoría general de la relatividad de Einstein determinaban que tenía que haber un agujero negro con una masa de cuatro millones de soles. Por estos cálculos Reinhard Genzel y Andrea Ghez ganaron el Nobel de Física en 2020. La imagen presentada hoy es la más detallada que se ha tenido nunca del aspecto de este coloso.

Captar esta imagen ha sido todo un reto tecnológico. Es importante que los ocho telescopios capten “el mismo frente de ondas” de luz, explica Antxón Alberdi, director del IAA y miembro del EHT. Es como si ocho personas observasen a la vez la misma ola desde diferentes partes de la orilla de una playa. De esta forma los telescopios componen una sola gran antena del diámetro de la Tierra: 12.700 kilómetros. Como solo hay ocho puntos de observación, la imagen no es ni mucho menos perfecta. Una serie de correcciones y algoritmos rellenan las partes vacías siguiendo la lógica más plausible y componiendo la imagen final. Esta técnica se denomina interferometría. Los responsables del EHT lo comparan a intentar adivinar el tema “Ice, Ice, Baby” sabiendo ocho notas.