Claudia Sheinbaum, presidenta electa de México asume este 1 de octubre de 2024 de manera formal el cargo con la tarea encomendada de continuar con la ‘Cuarta Transformación‘, así como de hacer frente a los retos endémicos de la sociedad mexicana, como la lucha contra el narcotráfico, o los feminicidios, y todo ello con la alargada estela que deja tras de sí el anterior mandatario, Andrés Manuel López Obrador.
Sheinbaum, mandataria de México comienza su sexenio con una riña diplomática con España, que no contará con representación oficial en su ceremonia de investidura.
La nueva mandataria se impuso en unas primarias del partido Morena para ser la candidata que finalmente ganó holgadamente las elecciones presidenciales de junio. Su perfil, más analítico y prudente para muchos, difiere del de su predecesor, a quien se le ha acusado de populista y en ocasiones hasta de paternalista con las mujeres.
«Estoy lista, estoy fuerte, está listo el pueblo de México para iniciar la segunda etapa de la ‘Cuarta Transformación’ de la vida pública de México», ha afirmado a unas horas de tomar posesión.
La primera presidenta de la historia de México deberá continuar por la ruta trazada por un López Obrador que deja casi 20 reformas pendientes de su aprobación, entre ellas las de universalizar las pensiones, la salud, la educación, la subida de salarios, o la prohibición del maltrato animal y el comercio de drogas químicas.
Asimismo, deberá hacer frente a los grandes desafíos a los que durante años se han estado enfrentando las anteriores administraciones con más desatinos que aciertos, como son la inseguridad ciudadana, la lucha contra el narcotráfico y la crisis migratoria, a la espera también, en esta cuestión, de saber quien será el próximo inquilino de la Casa Blanca a partir de enero de 2025.
Sheinbaum tendrá entre manos, por ejemplo, las recientemente aprobadas reformas de seguridad y del poder judicial, esta última no exenta de polémica, en la que se recoge la elección popular de jueces y magistrados y que dejó una inédita huelga entre protestas de quienes advierten del fin de la separación de poderes.
Tampoco ha estado exenta de controversia la reforma de seguridad por la cual la Guardia Nacional pasará a partir de ahora a depender del Ministerio de Defensa, un cambio de paradigma que para sus detractores supone la militarización de un país acostumbrado a los macabros asesinatos de los cárteles del narcotráfico y la violencia de las fuerzas de seguridad.
En el plano económico la propuesta pasa por continuar con el llamado ‘modelo humanista‘ de las políticas públicas, además de su plan para relocalizar los principales sectores del país, construir un centenar de nuevos parques industriales y desarrollar programas sociales para acercar los servicios básicos.