Un mejor panorama. Las festividades, a pocos días del fin de año, recobran su ánimo gracias al retorno de una tradición que Guayaquil lleva por más de diez años: los monigotes gigantes, que nuevamente se toman las arterias del suroeste y obligan a que conductores o transeúntes eleven sus miradas. Sobrepasan los cinco metros de altura y en los barrios los protegen como si fuesen auténticas obras de arte.
De hecho, muchos de los artesanos los ‘salvan’ de los eventuales aguaceros con plásticos y cada vez se esmeran por darle un mejor acabado, incluso les incorporan telas y pelucas. La mayoría de estas monumentales creaciones comenzaron a coger forma desde octubre pasado y los vecinos se sumaron a la cruzada, ya sea con la donación de pinturas, cartones…
La ruta oficial de los monigotes gigantes será debatida mañana por el Municipio y los artesanos, estos son los puntos donde estos, hoy, se levantan. Los ‘monigoteros’ se apuran dándole las últimas pinceladas.
En la 29 y Venezuela lucen sonrientes los inseparables amigos Bob Esponja y Patricio. Geovanny Vizueta, su creador, los fabrica junto a otros vecinos, pero le emociona ver que durante los últimos días los que van en los buses y niños comienzan a tomarse las selfies. La inversión es de $ 700 y salió del bolsillo del vecindario.
“Nos apoyó el dueño de la ferretería, de la tienda y otros moradores, ya sean con papeles o pinturas. Los chicos de la zona ayudaron a darle forma y es por una buena causa y para que los niños se diviertan”, resaltó Vizueta, quien espera que se incrementen las visitas durante este fin de semana.
En la Febres Cordero, entre la 15 y la 16, se levantan los míticos personajes de Don Ramón, Quico y Chavo del 8. El autor es Jacobo Palacios, quien lleva más de diez años en este oficio y solo frenó el año anterior cuando las restricciones se endurecieron, hace un año. Ahora ha cogido impulso y su arte ha sido visto por los hijos del actor Ramón Valdés (Don Ramón), quien lo ha compartido en sus redes sociales y se ha mostrado agradecido.
“He presentado Hulk, Alicia en el País de las Maravillas, King Kong, entre otros, y esta vez quise rendirle un homenaje, pues de todos los personajes es el que más me agrada. Después de Navidad, aquí se llenan de personas y se cobra $ 1 por foto; es una forma de recuperar la inversión”, acota el artesano, quien ya tiene listo un protocolo para cuando las familias aterricen a esta popular zona.
El plan consiste en la colocación de un cerco para evitar aglomeraciones, y dispensadores de alcohol. La norma será repetida a lo largo de la Capitán Nájera, Alcedo y otras calles aledañas donde se encuentran los ‘gigantes’. Así lo confirma Carlos Zapata, otro artesano conocido en el sector.
Él elabora junto a sus familiares cada año los monigotes y aguarda que el escenario no sea desalentador como el anterior, donde realizó un platillo volador con ovnis, pero que no tuvo las tradicionales visitas.
En su taller destacan las fotografías de sus anteriores obras, como Los Picapiedras o recordadas series ecuatorianas, como Mis Adorables Entenados. Ahora, en este 2021, se ‘contagió’ de la fiebre de la serie El Juego del Calamar y creó a la muñeca y cinco jugadores con el uniforme verde y sus números. Ha gastado $ 500.
“Ya es una tradición familiar y de todo el barrio. Anhelamos recuperarnos con las visitas y por eso haremos todo lo posible para preservar las normas de seguridad”, comenta Zapata. Sugiere al Municipio una mayor vigilancia de la Policía Metropolitana en el cuadrante de Medardo Ángel Silva, entre la 15 y 16.
Junto a él hay otro artesano que es célebre por dar forma a obras artísticas famosas. Se trata de José Salas, quien años anteriores destacó con creaciones como La gran ola de Kanagawa, La Noche Estrellada o El Beso. Esta vez le apostó a Relatividad del artista holandés MC Escher, pero desde la representación del grabado. El estilo es en 3D y espera terminarlo la próxima semana.
Al igual que Zapata, los artesanos anhelan mayor seguridad, pues advierten que la concentración de personas será alta. Y no es para menos, pues el regreso de los monigotes gigantes trae consigo una tradición que no muere y aviva el festejo de la Nochevieja.
