La falta de socialización puede llevarlos al aislamiento constante y a la práctica de conductas agresivas. Al pasar tanto tiempo en casa perdieron los límites de convivencia; no quieren seguir reglas, explica Vanessa Calvas, psicóloga educativa del Centro de Evaluación e Innovación educativa de la UTE. También se muestran inseguros en círculos lejanos a la familia; su autoestima se vio afectada.

Luego de casi dos años de encierro por la emergencia sanitaria, los niños también perdieron habilidades para socializar, así como los adolescentes y las personas de la tercera edad. Les cuesta comunicarse con papá y mamá, e incluso con sus pares.

Por ello es importante intervenir. Julieta Arroyo, experta en Neuroeducación, recomienda conversar con los niños en casa. La comunicación debe ser constante. Es importante preguntarles cómo se sienten y cuáles son sus necesidades. Si tienen amigos en la escuela o si salen solos al recreo. Es una señal de alarma cuando los niños admiten que juegan solos la mayor parte del tiempo.

En su centro infantil, para romper el hielo, Arroyo recurre a una serie de dinámicas: primero una dosis de baile y luego, una de apapachos. Los niños también saltan y estiran sus articulaciones. Se trata de un trabajo colaborativo: entre padres y el personal educativo.

“Los maestros deben propiciar espacios para que los niños compartan con compañeros de su misma edad”, afirma Calvas. Con ello -asegura- los niños ganan confianza y, poco a poco, empiezan a socializar. Comienzan a compartir y a resolver conflictos, respetando siempre al otro.

Arroyo dice que es vital aumentar la producción de las hormonas de la felicidad para facilitar el proceso. Un pequeño que se encierra en su habitación para ver TV o para sumergirse en el mundo de los videojuegos difícilmente logrará aumentar los niveles de dopamina, endorfinas y serotonina.

Al contrario, pasar mucho tiempo frente a las pantallas genera ansiedad estrés. Por eso muchos niños pasan enojados. La tecnología es buena, coinciden las expertas, pero es necesario que los padres limiten su uso a los menores de edad. En lugar de regalarles un celular, por ejemplo, podrían invertir en juegos de mesa para disfrutarlos en familia. Esos, además de entretenerlos, potencian sus habilidades motoras.