Antonella Roccuzzo, su compañera desde la infancia, ha sido el refugio incondicional en la vida del astro argentino.
Este 24 de junio, Lionel Messi celebra sus 38 años rodeado de quienes más ama. A su lado está Antonella Roccuzzo, su esposa y madre de sus tres hijos, con quien comparte una historia de amor que comenzó en su ciudad natal, Rosario, y que ha perdurado durante décadas, superando distancia, fama y adversidades.
No es solo el cumpleaños de uno de los futbolistas más grandes de la historia, sino también un recordatorio de que detrás de cada gol y cada título, hay una vida construida sobre valores simples: el amor, la lealtad y la familia. Y es precisamente ese vínculo con Antonella el que ha acompañado a Messi desde mucho antes de que el mundo lo aclamara como leyenda.
Lionel conoció a Antonella cuando apenas tenía nueve años. Ella era la prima de su amigo Lucas Scaglia, compañero del Newell’s Old Boys. Desde aquel primer encuentro en una tarde cualquiera, Messi quedó encantado con su sonrisa tímida. Sin saberlo, ese momento marcaría su destino. Años más tarde, a pesar de que la distancia los separó cuando Messi emigró a Barcelona con apenas 13 años, el hilo invisible del amor nunca se rompió.
El destino los reunió en 2005 en medio de una tragedia. Antonella perdió a una amiga en un accidente, y Messi, de visita en Rosario, fue a consolarla. Aquel gesto fue el punto de reencuentro que reavivó una conexión dormida. La relación floreció discretamente, hasta hacerse oficial en 2009, consolidándose con el tiempo como una de las más estables y admiradas del mundo del deporte.
En 2017, después de años de amor y complicidad, se casaron en una emotiva ceremonia celebrada en Rosario, su lugar de origen. Con apenas 240 invitados, la boda fue tan íntima como significativa. No fue solo una unión legal, sino la celebración de una historia de vida en común, forjada con paciencia, ternura y un vínculo indestructible.
Hoy, mientras Messi celebra un nuevo año de vida y continúa brillando en las canchas, su verdadera victoria sigue siendo fuera de ellas: el hogar que ha construido junto a Antonella. Su historia nos recuerda que el amor verdadero no necesita focos, solo raíces profundas y lealtad.