“Ahora se podrá respirar con tranquilidad el aire yodado que hace bien a la salud, aunque no hay que estar confiados”, reflexionó el turista. Dejar de usar mascarilla hace sentir más relajado al guayaquileño Juan Ortiz, quien ayer fue uno de los miles de turistas que disfrutaron en familia del mar, arena y sol en el balneario de Salinas, provincia de Santa Elena..

La jornada del feriado por el Día del Trabajo, gran parte de las personas que acudieron a los balnearios ya no usaban mascarillas, situación que también se observó en el asueto de Semana Santa de hace 15 días. Jessenia Balseca estima que haber derogado el uso de mascarillas ayudará en la parte psicológica, afectada por los días duros de la pandemia. “Ahora sí vendré a la playa a divertirme con más libertad. Quedaron atrás las restricciones”, comentó con entusiasmo la joven, que pernoctará en Salinas durante dos días.

Unos pocos visitantes en la Península siguen usando el tapaboca. Gabriela Pereira, turista machaleña, indicó que la pandemia aún no ha terminado. Para ella, la relajación de ahora hay que tomarla con precaución.

La misma precaución la adoptaron turistas del cantón Playas, en la provincia del Guayas. Gabriela Ibáñez dijo que solo se sacará la mascarilla cuando esté en la playa. “Mientras viaje con más gente la usaré y en aglomeraciones también”. En la misma línea, Daniel Icaza sostuvo que mientras dure la pandemia, él y su familia van a seguir usando la mascarilla, pese a que el número de contagios haya bajado.

De diez personas consultadas, cinco dijeron que si los ven sin mascarilla es porque van a la playa, pero que se la vuelven a poner. Los otros cinco indicaron que dejarán el tapaboca de a poco y conforme pasen los días, hasta coger confianza y verificar que no aparezcan casos nuevos de COVID-19.

Carlos Sacoto comentó que él sí dejará de usarla, porque siempre le molestó. Además, porque ya tiene las tres vacunas y piensa ponerse la cuarta. Rosa Avilez, quien estaba a su lado, opinó lo mismo. Sin embargo, carga la mascarilla en la cartera para ponérsela cuando las circunstancias lo ameriten.

En la provincia de Esmeraldas, los turistas, que llegaron principalmente de la Sierra, se quitaron las mascarillas para pasear por los malecones y la playa. En el balneario Las Palmas, por ejemplo, Rita Muñoz y su hija Corina disfrutaron sin protección de una caipiriña en una cabaña que está instalada a orillas del mar. “Decidimos sacarnos las mascarillas, pero solo en lugares abiertos, como ahora que estamos frente al mar; pero en lugares cerrados me seguiré protegiendo porque el virus aún no se va”, expresó Muñoz.

Algo similar se pudo observar en Atacames. A este balneario llegaron, entre la tarde del viernes y la mañana del sábado, cerca de 15.000 personas, según estimaciones de la Cámara de Turismo de este cantón.

La mayoría de turistas pasearon por la playa y el malecón sin mascarilla. Otros prefirieron ponérsela para entrar a tiendas o restaurantes, pese a que en esta localidad no existe obligación de portar cubreboca. “Es indescriptible la sensación que se experimenta sin mascarilla, al fin podemos respirar aire fresco”, recalcó Mayra Guamán, una turista que llegó con su familia a Atacames procedente de Quito para pasar el feriado.