La ciencia de la salud mental se encuentra todavía en su infancia, dado que la lobotomía se consideraba un tratamiento viable para muchas enfermedades psicológicas hace solo unas décadas. Ni siquiera sabemos por qué funcionan algunos medicamentos psiquiátricos. A medida que entendemos los procesos internos del cerebro, puede ser posible tratar los trastornos no con medicamentos sino con estimulación directa del cerebro. Un paciente, sujeto de un estudio recientemente publicado sobre el tratamiento de la depresión, puede dar fe de ello. La paciente, conocida como Sarah, dice que su depresión se alivió gracias a la estimulación cerebral directa a través de electrodos implantados.
La estimulación cerebral directa (DBS) se ha utilizado en el tratamiento del Parkinson y de ciertos trastornos convulsivos. Los impulsos eléctricos en la estimulación cerebral profunda pueden alterar patrones erráticos de actividad cerebral, provocando cambios en el estado de ánimo o el comportamiento. Sin embargo, descubrir exactamente dónde alterar la actividad del cerebro es un desafío.
Según los informes, Sarah ha sufrido una depresión severa desde la infancia y ninguno de los tratamientos que buscó tuvo un impacto sustancial. El método utilizado por el equipo de la Universidad de California comenzó evaluando la actividad cerebral del paciente en busca de patrones de actividad que pudieran estar asociados con el estado depresivo. Luego, el equipo sintonizó los impulsos eléctricos que se alimentarían al cerebro del paciente.
Los investigadores encontraron que el cerebro de Sarah mostraba picos de actividad en el cuerpo estriado ventral, que figura en la toma de decisiones. También hubo patrones disfuncionales en la amígdala, que regula las respuestas emocionales como el miedo y la ansiedad. Según Sarah, la diferencia se notó inmediatamente cuando se activó el dispositivo de prueba inicial. Si bien su depresión comenzó a empeorar nuevamente mientras esperaba que el implante DBS estuviera listo, su recuperación ha sido dura desde la cirugía. Ella dice que finalmente se siente capaz de «reconstruir una vida que valga la pena vivir».
Si bien esta noticia podría dar esperanza a muchos que sufren de depresión difícil de tratar, el equipo tiene cuidado de enfatizar que esto no es una solución milagrosa. Es un éxito único que podría señalar el camino hacia nuevos tratamientos. Para que eso sea viable, el proceso deberá simplificarse. El análisis y la planificación del tratamiento de Sarah requirió mucha mano de obra: el costo fácilmente podría superar los $ 30,000. Será necesaria más investigación para comprender completamente las implicaciones y la función de la estimulación cerebral profunda para tratar la depresión severa. Sin embargo, la cirugía cerebral invasiva probablemente nunca será el tratamiento preferido para la depresión. Al igual que la TEC, es probable que los tratamientos tan drásticos sean los últimos o casi los últimos recursos. Los miembros del equipo ya están investigando formas de estimular el cerebro de forma no invasiva.