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Comercio mundial de tortugas Galápagos

En Estados Unidos, por lo menos 77 personas tienen autorización para criar en cautiverio tortugas endémicas de las islas de Ecuador. La depredación de las tortugas gigantes es histórica y ha sido bien documentada desde filibusteros, piratas coleccionistas. También los esfuerzos por evitar la extinción de las Galápagos no han cesado al igual que el comercio legal e ilegal. En Internet se las oferta de todas las edades.

La fauna de Galápagos tal vez sea la más controlada y cuidada del Ecuador, pero también es comercializada de manera legal e ilegal. ¿Cuál es la línea para lo considerado legal? ¿Los permisos que emite Cites (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres)?

La respuesta es un tal vez. Desde la misma historia de las islas Galápagos, las razones están ligadas a la utilización de sus especies considerándose solo como recursos comestibles y otras como atractivos turísticos. Sobre el caso de las iguanas terrestres y marinas únicas de las islas también se ha evidenciado su tráfico y cómo los permisos sirven para “blanquear” lo ilegal.

Acerca de las tortugas gigantes Galápagos (Chelonoidis nigra) hay más historia y evidencias de su intercambio entre países distintos al Ecuador. Desde 1979 se ha comercializado, con autorizaciones o permisos, 565 especies de las islas vivas según la base de datos de Cites. La primera exportación en 1979 constan como importador exportador países desconocidos.

De las 565 tortugas de Galápagos comercializadas en el mundo, salidas del Ecuador solo hay el registro del envío de tres de estos animales vivos. Una a Estados Unidos en 1994 y dos a Corea en el año 2001. Las dos tortugas enviadas a ese país asiático corresponden a un intercambio de las tortugas por el equipamiento de la clínica veterinaria del Zoológico de Quito en Guayllabamba, que en su momento se valoró en USD 50 000. Esos animales fueron decomisados por la entonces recién creada Unidad de Protección Ambiental de la Policía (UPAM) en Quito.

Martín Bustamante, director del Zoológico de Quito, afirma que conoció acerca del canje. “No puedo decir si fue adecuado o no, pero sin eso no tendríamos una clínica veterinaria. Hay que ver más allá y el problema es el tráfico de especies no solo de las tortugas y considerar que es relativamente fácil reproducir tortugas en cautiverio. En el Zoológico no lo hacemos”.

María Elena Barragán-Paladines, directora Ejecutiva, de la Fundación Herpetológica Gustavo Orcés (Vivarium de Quito) también señala que para el caso de “ iguanas y tortugas de Galápagos, si bien son muy raras y pueden tener requerimientos muy específicos, son también animales muy resistentes a cambios de temperatura, lo cual garantiza que van a soportar viajes largos. Pero las personas (que las comercializan) manejan conocimientos para evitar el estrés, y proveerles de comida fresca lo hacen, y por ello son capaces de mantener un comercio ilegal por varios años”.

Dentro del Ecuador, las tortugas en general son las especies más decomisadas. En 25 años el Vivarium de Quito ha recibido 1765 animales entre aves, insectos, serpientes y tortugas. Estas últimas representan el 38% de todos los animales recibidos por esa institución. Aquí cabe resaltar que para que una tortuga llegue viva a ser comercializada, en promedio al menos 8 murieron en el camino.

Al revisar los datos del tráfico legal mundial, con permisos de Cites, la cifra de 565 es solo una fracción mínima de lo que se comercializa en el mercado negro, sin permisos. Una muestra: las tortugas robadas de los tres centros de crianza que mantiene el Parque Nacional Galápagos; entre el 2017 y el 2021 suman 335 tortugas entre las hurtadas y decomisadas.

La cantidad de tortugas robadas muestran que hay demanda, que los precios que se pagan justifican correr los riesgos de una eventual captura. Otro incentivo es que estos casos de tráfico ilegal del emblema vivo de las islas gozan de impunidad en la práctica. El único implicado en el intento de robo de 185 tortugas en el 2021 fue liberado de la cárcel y a pesar de los reclamos de juristas como Milton Castillo, para ampliar las líneas de investigación no hay avances ni se conocen los nombres de los otros involucrados. Lo mismo sucede con los procesos abiertos por la desaparición de 150 tortugas entre 2017 y 2018 de las instalaciones del Parque Nacional Galápagos que están en trámite.

Otro indicador del impacto del tráfico ilegal de las tortugas gigantes es el número que se pueden obtener de criarlas en cautiverio. En los tres centros de crianza de tortugas del Parque Nacional Galápagos nacen cada año alrededor de 350 tortugas bebés. Es decir, el envío frustrado de tortugas del 2021 equivale a más de la mitad de cantidad de tortugas que logran nacer gracias al cuidado de los guardaparques y el apoyo de organizaciones nacionales e internacionales.

Una corrección a datos del registro del comercio mundial de Cites

El Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica del Ecuador al ser consultado sobre el comercio de tortugas de Galápagos señaló: “Es importante aclarar que todas las exportaciones que se han realizado desde el Ecuador han sido con fines científicos, es decir se ha autorizado el envío de muestras de sangre, tejidos, pieles, etc. Nunca especímenes vivos”.

No obstante, no proporcionaron detalles de la exportación de las 2 tortugas a Corea en el año 2000. Además, al preparar este artículo y revisar en la base de datos de Cites constaba la exportación de 392 tortugas de Galápagos vivas desde Ecuador a Estados Unidos.

Bitácora Ambiental solicitó información al Ministerio del Ambiente y a la planta central de Cites. La Cartera de Estado envió el permiso Cites de esa exportación emitido por el Ecuador, se evidenció una inconsistencia entre lo declarado por el país y lo reportado por la entidad internacional. En el documento proporcionado por esa Secretaría consta que no son 392 tortugas vivas sino muestras de sangre que se utilizarán en análisis genéticos de tortugas Galápagos. Esos análisis proporcionan información valiosa sobre la especie y permiten adoptar medidas de manejo.

Luego de un intercambio de correos electrónicos entre Bitácora y el personal de Cites, se reconoció el error y enmendó el dato de las exportaciones de tortugas vivas. Textualmente Cites indicó: “las personas que manejan la base de datos han comprobado y confirman que la exportación era de muestras de sangre (no tortugas vivas). Aparentemente, hubo un código LIV que se colocó por error (LIV = LIVE) cuando no debería haber estado allí”.

l resultado, se mantiene: tres tortugas gigantes de Galápagos vivas se exportaron desde el Ecuador una con permisos a Estados Unidos, donde existe un activo mercado de tortugas gigantes criadas en cautiverio y las dos a Corea.

Lo que no se puede conocer el volumen del comercio ilegal de tortugas de Galápagos. Para el ojo inexperto, las bebés tortugas pueden confundirse con otra especie de tortuga gigante que se comercializa sin problemas: las aldabras (Aldabrachelys gigantea). Esta es la segunda especie más grande del mundo y solo se encuentra en la isla de Aldabra en el archipiélago de las Seychelles en el océano Índico, cerca de África, pero esta especie no está en peligro de extinción.

Según la base de datos de Cites, desde 1975 se han comercializado 29 171 tortugas aldabras, de las cuales el 60% ha salido de las Seychelles. Sus precios van desde los USD 2 000 a los 20 000 por cada una en los Estados Unidos, donde se las comercializa como una mascota exótica.

En EE.UU. 77 personas reproducen tortugas de Galápagos con permisos

Al realizar una búsqueda simple en Internet con las palabras “tortuga galápagos en venta” aparecen 160 000 resultados. Allí son fácilmente identificables decenas de centros de crianza que venden tortugas Galápagos criadas en cautiverio, especialmente en Estados Unidos. En este video un muestra.

Estos centros de crianza están al sur de Estados Unidos en estados como Florida Texas que tienen un clima cálido la mayor parte del año. Los precios superan los USD 60 000 por una tortuga macho adulto y las pequeñas rondan los USD 10 000.

¿Cuántas tortugas de galápagos se comercializan en EE.UU.?

No hay una cifra oficial, esa fue la respuesta del Servicio de Pesca y Vida Silvestre (FWS) de ese país. Lo que nos indicarán una vez que respondan una consulta amparada en la Ley de Libertad de Información de ese país es el número de personas autorizadas a criar y comercializar estos animales.

En una publicación anterior, la entidad estadounidense dijo que ha emitido 77 permisos para criar y comercializar tortugas gigantes. Para obtener ese permiso llamado Registro de Vida Silvestre Criado en Cautividad es necesario llenar un formulario y pagar USD 200.

Para el comercio al interior de Estados Unidos de las tortugas de Galápagos, se requiere un permiso especial emitido también por el FWS. Esto hace que los criadores ofrezcan sus tortugas con la condición que los nuevos propietarios no las trasladen del estado donde se realiza la transacción. En las listas de espera para la compra de estas especies, exigen pruebas de arraigo o de residencia en la misma zona de la venta.

Lo que no está claro es quién se encarga de velar por la salud de esas tortugas y si en realidad se mantienen como aporte para la conservación o como una mascota exótica. La Ley de Especies en Peligro de Extinción de Estados Unidos prohíbe la importación, exportación o captura de peces, vida silvestre y plantas que estén catalogadas como especies amenazadas o en peligro de extinción.

¿Cómo llegaron las tortugas Galápagos a Estados Unidos?

Los animales de las islas salían prácticamente sin controles hasta 1984 del Ecuador. A todos estos ejemplares, los científicos les catalogan como especímenes pre-Cites, es decir que se los puede considerar “legales”. Si se añade que bien cuidadas las tortugas Galápagos viven 150 años o más, algunos de estos animales siguen reproduciéndose.

Uno de los propietarios del Galapagos Tortoise Land de Florida indicó que la tortuga Helen fue rescatada por una pareja de estadounidenses, en los años 60, antes de ser degollada en el mercado de Puerto Ayora para venderse como carne. Esa es la historia de cómo llegó a suelo estadounidense ese animal, que no logra aún reproducirse, pero las otras bebés tortugas que nacen se venden previo a registrarse en una lista de espera y cancelar un abono como reserva.

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