Un río de lava al rojo vivo serpenteaba cuesta abajo desde la nueva fisura, que se abrió el jueves por la noche a unos 400 metros (1.300 pies) al norte del sitio de la erupción primaria.
Se han abierto varios respiraderos desde que el volcán comenzó a hacer erupción el 19 de septiembre, pero el Instituto de Vulcanología de Canarias describió la última apertura como un nuevo “foco de erupción”.
“Existe preocupación por la trayectoria de este nuevo flujo hacia el mar, aunque se espera que se una al anterior en las próximas horas”, dijo el titular del Ayuntamiento de La Palma, Mariano Hernández Zapata.
Dijo que más casas habían sido envueltas por lava durante la noche.
“Tenemos más drama por delante, más personas a las que cuidar”, dijo en una conferencia de prensa.
Aproximadamente 6.000 personas han sido evacuadas desde que comenzó la erupción y aún no han regresado a casa. Se han destruido más de 800 edificios, incluidas casas, iglesias y escuelas.
El volcán ha arrojado 80 millones de metros cúbicos de roca fundida, dijo el líder regional Ángel Víctor Torres, duplicando la cantidad expulsada durante la última gran erupción de La Palma hace 50 años en la mitad de tiempo.
Los vecinos de Los Llanos de Aridane, una de las localidades más afectadas, han empezado a llevar paraguas y protección ocular como medida de precaución ante el polvo volcánico que cubre las calles y flota en el aire.
“Anoche la ceniza me irritaba mucho los ojos, tenía que usar gotas para los ojos y me picaba la piel”, dijo Matilde González Tavarez, una asistente de enfermería de 45 años que visitaba a su madre en un hogar de ancianos en Los Llanos.