Guayaquil cumple 202 años de independencia y su gente aún construye la ciudad en las calles, reunida en torno al comercio y otras actividades económicas.
Si bien las estadísticas perciben un mercado laboral más favorable a los guayaquileños, con una tasa de desempleo de 3,8%, inferior a otras como Quito (9,2%) y Cuenca (5,1%), la informalidad es el principal desafío en la ciudad.
En Guayaquil, el 44% de las personas se encuentran en la informalidad o inmersos en trabajos precarios. “Si facilitamos el empleo adecuado, Guayaquil será una ciudad más amigable para vivir y trabajar”, dice Díaz-Granados.
Pero ese reto se vuelve cada vez más difícil cumplir con el acecho de la inseguridad, que impacta en la economía. “Los consumidores salen menos, y consumen menos. Los comercios pueden cerrar horas antes para evitar la delincuencia. Este es un tema que todos juntos como ciudadanos debemos contribuir para salir adelante”, añade el dirigente gremial.
Datos oficiales indican que la ciudad ya ha superado las 1.000 muertes violentas en lo que va el año, convirtiéndose en la ciudad más peligrosa del país.
Estas estadísticas negativas se sienten también en el turismo local, asegura Holbach Muñetón, presidente de la Cámara de Turismo del Guayas.
“Hay un impacto fuerte de la inseguridad, porque hay quienes recomiendan que no vayan a Guayaquil”. Holbach Muñetón, presidente de la Cámara de Turismo del Guayas.
Para Gonzalo Albán, del Observatorio de Políticas Públicas de Guayaquil, el principal reto de las autoridades debe ser “la reconstrucción del tejido social, que las personas valoren el espacio del que son parte”.
“Hay esfuerzos dispersos de la Municipalidad, que a veces se traslada en una acción asistencialista y no tiene un objetivo planificado”, añade Albán.
Con él coincide Nicolás Jiménez, presidente de la Federación de Barrios de Guayaquil, quien critica la nula participación ciudadana en las decisiones de la ciudad. Añade que espera que las próximas autoridades, que se elegirán en las seccionales de 2023, “trabajen en función de escuchar a la gente”.
Jiménez critica que los proyectos urbanísticos, que construye o aprueba el Cabildo, se hagan sin consultar a los ciudadanos.
“Se destruyen calles de concreto, que están en buen estado, supuestamente para arreglarlas, sin socializar nada y afectando a los negocios”, dice Andrés Carrión, comerciante guayaquileño.
Precisamente, uno de los problemas que detectó el estudio Contested Cities fue la destrucción de la identidad barrial y del tejido social en Guayaquil.
Según este reporte, realizado por el Departamento de Estudios Urbanos de la Universidad Flacso en 2020, esta falta de participación se debe a “una política excluyente en la construcción de barrios”.
Por otra parte, Jiménez expresa que la preocupación por trabajar y la inseguridad, no permiten que los guayaquileños discutan o demanden otros servicios como el cuidado al medio ambiente y un mejor transporte.