La tragedia se convirtió en símbolo de la larga crisis política, social y económica del Líbano. A pesar de las promesas de cambio, las heridas dejadas por la explosión aún no han sanado.
A los pocos minutos de las explosiones, las imágenes de la destrucción se volvieron virales en las redes sociales. Luego, en las horas y días siguientes, los residentes evaluaron la magnitud del daño, su ciudad desfigurada y en algunas partes casi irreconocible. Finalmente, la conmoción dio paso a la ira, ya que los lugareños denunciaron una catástrofe que fácilmente podría haberse evitado.
El pueblo libanés intensificó sus pedidos de cambio y no fueron los únicos. Dos días después del desastre, el presidente francés, Emmanuel Macron, viajó a Beirut e instó a una reforma profunda. Un año después, la reforma de la clase política del Líbano no se ha hecho realidad.
Los líderes del país aún no logran ponerse de acuerdo sobre un nuevo Gobierno y la investigación oficial sobre la explosión ni siquiera ha concluido. El Líbano se está hundiendo cada vez más en una crisis en medio de la inflación, el desempleo y la escasez de alimentos y combustible. La mitad de la población del país vive ahora por debajo del umbral de la pobreza.
Cyril Payen y Bilal Tarabey de France 24 vuelven a visitar Beirut, una ciudad herida que sigue sin poder sanar. Hablaron con Mehyeddin Lazkani, hijo de una de las víctimas de las explosiones; con el escritor Charif Majdalani y la excantante Cosette Sader Khairallah, quienes compartieron su desesperación por la situación que enfrenta la capital libanesa.